Tras una inusual entrevista de trabajo, Olga es contratada por Víctor Motta para viajar a Berlín y traducir un manuscrito copto. Pero las peculiares circunstancias que envuelven esta tarea no son más que el principio de una cadena de extraordinarias vicisitudes, tanto por la naturaleza del manuscrito, que parece custodiar un mensaje intemporal sobre el destino del ser humano, como por la personalidad de Victor Motta, que a partir de ese momento quedará vinculado al destino de la propia Olga. Secretos ancestrales y el enigma no menos insondable del ser humano —como especie y como individuo— se entremezclan en esta nueva y cautivadora novela de Begoña Ameztoy.

Antes de comenzar con la opinión propiamente dicha, haré incapié en dos detalles de la novela que creo que hay que aclarar al lector antes de que comience a leer este libro.

El primer detalle es la edad de los protagonistas. Creo que la mayoría estamos acostumbrad@s a que l@s protagonistas de las novelas sean más o menos jóvenes, pero en esta novela tienen 40 y 50 años, incluso rebasan esa edad. En un principio no hay problema, ¡la vida no se acaba a los veintitantos! El problema puede venir cuando la autora narra los encuentro sexuales de éstos... Mucha gente, entre la que me incluyo, suele imaginarse a conocidos, amigos o familiares haciendo lo mismo que los personajes para meterse más en la historia. Y aquí viene lo delicado, ¿quién tiene un amigo de 50 y tantos? Poca gente, por lo que irremediablemente nos imaginaremos, aunque no queramos, a algun tío o incluso a nuestro padre en esa situación, y "saldremos" de la historia de golpe y sopetón. La solución es muy sencilla, aunque ponga esas edad, reescribir vosotros esa parte y pensad que son gente que acaban de terminar la carrera universitaria, así será más fácil el digerir esas partes.

La segunda y última cuestión a tratar antes de comenzar la opinión, es la utilización de la palabra "mensajero" en esta obra. Desde un principio, y no sé si de forma premeditada o no, la autora utiliza la palabra mensajero de forma reiterada, y tod@s sabemos que cuando se repite mucho una palabra, es porque es muy importante para la historia. Si a esto le sumamos que trata temas algo fantásticos, pues nos imaginamos que esos "mensajeros" no serán seres normales y serán muy importantes en la historia.

Pues bien, no, desechad la idea. Yo creía eso y me dejó cierto gusto amargo el ver que no era así. Para la autora y la protagonista, ser mensajero es fruto de la casualidad. Me explico. Yo tengo un problema que no sé cómo solucionarlo, y por la casualidad (no por destino o cosas así), conozco a una persona (o intercambio unas palabras con ella en el ascensor), que sin quererlo, me ayudará a encontrar una solución a ese problema. Tal vez una frase que tenga un gran sentido para tí o cosas así.

Explicados esos dos puntos que pueden chirriar algo al principio de la novela, ya puedo decir que ésta es entretenida. Recomiendo que el principio se lea poco a poco, más que nada para ir acostumbrándose a leer una novela centrada en personajes con una edad, y por lo tanto con una forma de pensar y actuar bastante diferente a la nuestra. Digamos que sería un período de aclimatación.

Después ya se puede leer de tirón. Quitando los primeros capítulos, el resto del libro me lo leí de una sola tanda porque los misterios no hacen más que atraer al lector, al igual que las difíciles e intrincadas relaciones de todos y cada uno de los personajes.

Para aquell@s que se lo pregunten, no solo estamos ante una novela con misterio de por medio, también tenemos una bonita historia de amor (triángulo amoroso), y ciertas pinceladas sobre la cultura egipcia antigua que para nada hacen la lectura aburrida.

Es un buen libro para salirse de las típicas novelas juveniles que normalmente leemos. Es algo nuevo que gustará si lo vais leyendo poco a poco para que no os "choque" demasiado ese cambio.