Vuelvo a tener en mis manos un libro juvenil que cuenta con ciertos toques de ciencia ficción, fantasía, misterio y romance, todo dosificado para no cansarnos de ninguno de los elementos y características que dan forma a la historia que Heinz Delam nos cuenta.

La historia gira alrededor de dos jóvenes que se conocen justo antes de subir al avión destino a Argentina. Ambos no tienen padres, han tenido que madurar juntos y se atraen, por lo que deciden hacerse compañía durante las horas de vuelo. Tal y como dicen, sería una amistad que durase lo mismo que el viaje, simplemente se harían compañía para luego despedirse amigablemente para no volverse a ver. O eso es lo que ellos creen.

A la chica, Susana, la conocemos cuando va a embarcar camino de Argentina para reunirse con los familiares que la cuidarán a partir de ese momento, ya que sus padres murieron en un accidente al cual solo ella sobrevivió. Por lo visto no le queda familia en España y tiene que irse a Argentina para comenzar una nueva vida.

Durante todo este tiempo, el único soporte que la mantiene a flote y que impide que se hunda en el dolor de la pérdida de sus padres, es la escritura. La joven siempre lleva un cuaderno y un lápiz para plasmar todo aquello que le venga a la cabeza, la pena que la atenaza, etc. Y aquí es donde encontramos un punto muy importante que se dará a lo largo de la obra... La escritura, la lectura y la imaginación.

Sí, señoras y señores, este libro es (entre otras cosas) una especie de oda a la cultura, pero sobre todo a la escritura y la imaginación, que según el escritor, es aquello que no debería faltar en la vida de nadie por servirnos de vía de escape, y como medio de creación de nuestras propias realidad. Un ejemplo:

Y eso sin contar algo que no puedo decir por ser un gran spoiler. La imaginación tiene un poder preponderante en esta historia, yo solo lo digo, y no, no me refiero a que todo sea producto de la imaginación de una chica que se queda durmiendo en el avión. Ni de lejos.

Por otra parte tendríamos al chico, Ricardo. Digamos que es el causante de que la acción comience, es como el pistoletazo de salida. Éste se presenta a Susana justo antes de embarcar y le propone el viajar juntos en el avión, sentados una al lado del otro, a lo que la chica accede por la simpatía y el desparpajo de su nuevo amigo. Como nota diré algo, este personaje llama mucho la atención pero hay un aspecto que no cuadra con él, con su edad, su forma de hablar, de expresarse. Además de ser demasiado adulta, es demasiado analítica y en ocasiones culta como para alguien de 16 años...

Durante la conversación que mantienen, descubrimos que Ricardo se encuentra en una situación parecida a la de Susana, tampoco tiene padres. Eso sí, a diferencia de ella, él no los perdió hace poco, sino que murieron en un accidente de avión cuando él era pequeño (fue el único superviviente), creció en un orfanato y a los años, comenzó a vivir con su abuelo... Personaje que aparecerá más tarde.

El avión despega, ambos siguen conociéndose y Ricardo comienza a contarle historias sobre extraños sucesos en los aviones que se encuentran haciendo largas rutas. Apariciones, sensaciones extrasensoriales, desapariciones, accidentes sin resolver...

Susana, a parte de ponerse de los nervios por ser su primer vuelo, no se cree nada de lo que Ricardo le está contando, así que el chico le dice que se lo demostrará. Para ello deberán jugar al escondite dentro del avión. ¿Y cómo puede ser que esto demuestre nada? Pues sencillo, el avión es un espacio cerrado y por lo tanto limitado, tiene principio y fin, por lo que los lugares para esconderse también son limitados, tanto que debería sobrarle con 15 minutos para encontrarle; pero si no lo hace es porque él ha desaparecido y efectivamente en los aviones ocurren cosas extrañas, la gente puede desaparecer si sabe cómo hacerlo.

La chica accede y con el inocente juego también comienza otro donde sus vidas y las de muchos más estarán en juego. En este punto es donde comenzarán los problemas, las sorpresas y los misterios. Conoceremos las diferentes realidades, mundos, sociedades (dependiendo de donde vivan), y a un "nebuloso" desfigurado que no se detendrá hasta conseguir acabar con los chicos y conseguir una especie de reloj que tiene Ricardo.

Los protagonistas y varios personajes más deberán enfrentarse a un asesino, y muchos de ellos a situaciones que escapan a su comprensión, a situaciones que hubiesen creído imposibles o producto de la imaginació de algún escritor.

Lo bueno de la historia, al menos para mí, es el hecho de que gran parte de la novela (la primera mitad) transcurra dentro de un avión y no aburra para nada. ¿Qué se puede hacer en un avión? Realmente poco, quienes hayan viajado así lo sabrán. El espacio es reducido, hay zonas a las que no se pueden pasar, y momentos en los que no te puedes levantar, pero el autor está tan bien documentado (es lo que tiene tener amigos pilotos), que hace recorrer a los protagonistas la gran mayoría de los recovecos de los aviones, enriqueciendo muchísimo la historia y enganchándote desde el principio.

Esta primera mitad del libro me gustó mucho, me la leí de tirón en una sola tarde, me sorprendió muy gratamente lo que encontraba a medida que avanzaba en la lectura. El problema viene en la segunda mitad. Al inicio de esta segunda mitad, el nivel baja bastante para luego subir, pero no llega a los niveles del principio.

¿Por qué? Porque los problemas se resuelven con cierta rapidez un tanto pasmosa. Él siempre tiene la razón y ella, por muy difícil que sea la elección (por sus sentimientos encontrados), en seguida le dará la razón y lo hará bien... Creíble, lo que se dice creíble, no es. Además le quita emoción a la lectura. Si hubiese hecho a los personajes más creíbles (en relación a lo que acabo de decir), la novela hubiese ganado muchísimo más.

Además, la relación entre Susana y Ricardo chirría un poco. Vale que la gran mayoría de los libros juveniles pecan de lo mismo, es verse aunque sea de refilón y ya están completamente enamorados... No paro de leer lo mismo y sigue sin convencerme.

Esos dos problemas son los que le veo a la novela, si tan solo no resolviesen los problemas tan relativamente deprisa, la historia hubiese sido mucho mejor y le hubiese puesto más nota. Entre otras cosas también por el final, el desenlace final, la solución al problema es tan rápido e indoloro como el resto a los que enfrentaban los chicos a lo largo del libro. La verdad es que te deja con una sensación de cierto vacío y desilusión.

Con todo, a mí el libro me ha gustado, es entretenido, con sus momentos divertidos. No solo es una historia de ficción juvenil, sino que además el autor lanza como pequeñas "enseñanzas" (al menos yo me las he tomado así, me ha dado esa sensación) a lo largo del escrito, y ciertas conversaciones que están ahí para que el lector piense y saque sus propias conclusiones.

Si alguien está buscando un libro juvenil que tenga romance, ciencia ficción y fantasía, que sea ligero, fácil de leer y entretenga, este libro sería una buena elección.