Seguimos con los vampiros, pero cambiamos de los predominantes vampiros masculinos a los femeninos, de la típica historia de amor pasional vampiro-humana por una igual o más pasional pero muchísimo más terrorífica, y volvemos a esas características vampíricas tradicionales que tanto se han dejado de lado últimamente en este género.

Poco se puede decir de un libro tan cortito, y ya clásico en el género vampírico. Como ya he dicho, la vampiresa que aquí sale es "de corte tradicional". Nada de tener una tez blanca, siempre perteneciente a la alta sociedad, con grandes y cuidados modales, muy refinada, muy astuta, y nada de enamorarse como una simple colegiala humana.

La historia está narrada por la humana, una joven llamada Laura que vive con su padre y dos criadas más en un castillo rodeado por el bosque, lo que les impide tener una vida social normal. Eso hace que a la mínima oportunidad de cambio, esta familia se ofrezca voluntaria para tener visitantes en su castillo. La compañía siempre es agradable.

Lo que no saben es que darán cobijo a una vampiresa. Una bellísima, dulce y aparentemente débil chica que deberá quedarse en el castillo, justo cuando comienzan extrañas muertes en la aledaña viña.

De esta manera, el autor nos irá mostrando la relación que se establece entre la invitada, Carmilla, y Laura, que aunque a primera vista pueda parecer muy estrecha y fructífera, le acarreará diversos infortunios a la pobre humana.

El libro entretiene y se puede leer en una sola tarde sin problema alguno. En ningún momento llega a aburrir, y es bastante refrescante por volver a las historias clásicas de vampiros, las cuales no deberían dejarse de lado, ya que nos muestran una cara del vampirismo todavía hoy vigente en muchas zonas del este de Europa, y un terror tan antiguo y hondo que cala en cada uno de los lectores.

Pensaba que no iba a ser gran cosa, pero he quedado sorprendida.